05 octubre 2025

El futuro se llama Japón

 


Japón es el gigante silencioso del Pacífico. No se parece a ningún otro país de Asia. Es un estado científico-industrial de enorme poder, tecnológicamente avanzado, económicamente sólido y militarmente preparado. Sus fuerzas armadas, discretas pero formidables, podrían neutralizar en cuestión de horas a cualquier adversario que se le acercara con hostilidad.

Y, sin embargo, Japón no desea la guerra. Su vocación es defensiva, su cultura política es profundamente pragmática. Pero esa serenidad no debe confundirse con debilidad. Si uno observa el mapa con mirada estratégica, verá algo que en Moscú y Pekín preocupa desde hace años: Japón ha llegado para quedarse.

Estados Unidos puede retirarse mañana del Pacífico; Japón, no. Es parte de Asia, está anclado en ella, y su posición geográfica lo convierte en el verdadero pivote del equilibrio regional. Para China y Rusia, el problema no es tanto la flota norteamericana, sino el poder japonés que crece en silencio, disciplinado, sin discursos, pero con una dirección clara.

Esa es la diferencia entre imperios declinantes y potencias que despiertan.Rusia y China: cooperación, no conflicto

Hay hoy muchas más razones para que Rusia y China cooperen que para que se enfrenten. Ambos comparten una frontera inmensa, una memoria común de invasiones occidentales, y la conciencia de que el cerco geopolítico se estrecha. Ninguno de los dos puede permitirse un enfrentamiento. La estabilidad euroasiática depende precisamente de esa cooperación.

La idea de una Rusia ofensiva hacia Occidente o de una China dispuesta a romper el equilibrio asiático es un mito útil para Washington, no una realidad estratégica.Europa, el viejo peón

Si alguien debiera despertar ahora, es Berlín. Alemania se ha dejado arrastrar a una confrontación que no le pertenece, mientras su industria se desangra y su energía se encarece artificialmente. Lo del Nord Stream no fue un accidente: ya en los años 50 y 60, Estados Unidos hizo todo lo posible para impedir que Europa comprara gas o petróleo soviético. Lo mismo ha hecho ahora con Rusia.

Entonces se justificaba por la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética representaba una amenaza ideológica y militar real. Pero hoy esa amenaza no existe. El cerco económico a Rusia no protege a Europa: la hunde.Occidente en crisis, Rusia a resguardo

Si los rusos miran hacia el oeste y observan lo que ocurre en Alemania, Suecia o Francia, ¿qué pensarán? Verán sociedades en crisis, polarizadas, desorientadas. ¿Por qué querrían “invadir” eso? Rusia no tiene ningún interés en administrar el caos occidental.

Su objetivo es preservar su propia estabilidad y mantener una esfera de seguridad que garantice su supervivencia. Lo demás son narrativas.

El mito del “oso expansionista” debe desaparecer. Rusia no aspira a conquistar Occidente; aspira a no ser devorada por él.Epílogo

Mientras los políticos europeos recitan consignas redactadas en Washington, el mundo se reorganiza en silencio. Japón consolida su poder industrial y militar. Rusia y China refuerzan su cooperación continental. Estados Unidos retrocede lentamente hacia su propio hemisferio.

La historia, como siempre, premia a quienes entienden el tiempo en términos geográficos y no morales.

El futuro se llama Japón.

Y Asia, una vez más, será el centro del mundo.

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