20 enero 2013

Desde Honolulú, Alfred MacMardigan

El caos nunca produce orden, ni la libertad surgirá de una crisis. La democracia requiere un esfuerzo creador colectivo. El obrero, el campesino, el tendero, el profesional, el empresario, son parte del pueblo si comparten igual libertad y los mismos derechos. La democracia es el gobierno del pueblo, de todo el pueblo, no de unos pocos, de un partido o de una clase, sea la media o la obrera. Ningún gobierno crea cultura, trabajo o derechos; más bien, los destruye. En democracia, la sociedad manda y el gobierno obedece. Ningún gobierno o partido tiene derecho a transformar la sociedad a su antojo. Es la sociedad quien debe determinar su propio destino. Estar alerta y ejercitar la mente atraen las cosas que tienden al embellecimiento de la vida. El médico que ignora que sus pacientes y él mismo están en manos de la sabiduría divina de la Naturaleza, está endiosado. El déspota en España, amigo, no es Rajoy, ni lo fue Zapatero, sino el sistema político sin control ciudadano que sufrimos. ¿Por qué los españoles no luchan en su ámbito de influencia por la democracia y la libertad que dicen querer para el país? ¡No los veo!. La lucha por la prosperidad, lograda con el propio esfuerzo, es legítima. No nos gobierna el dinero, sino el mundo financiero. En España nadie piensa en el bien común, sino en el propio. No son sólo los políticos. El populismo es la demagogia de dictadores, salva-patrias, partidos y políticos de pacotilla. Adular al pueblo no lo libera. La astucia de las oligarquías ha logrado convencer a los pueblos de que tienen libertad y democracia cuando gobierna el partido que votan. A menos que el pueblo español arroje a la basura, donde deben estar, sus preferencias partidistas y abrace la democracia, no tendrá salida. Las oligarquías político-financieras han fragmentado a los pueblos en ideologías y partidos que hacen imposible su unidad por la libertad. Para tener "un gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo" (Lincoln), es imprescindible que el pueblo quiera auto gobernarse. Si la verdad nos hace libres, como dijo Jesucristo, ¿cómo podrán alcanzar la libertad los individuos y pueblos que no quieren conocerla?. "La sociedad es una bendición; pero el gobierno, un verdugo" (Paine). Esto será siempre así mientras no tengamos un gobierno del pueblo. Yo no hablo de maná ni alimento alguno, sino de la libertad, la savia que vivifica el alma. Para mí es una necesidad esencial. Cuando las ramas de un árbol se ven separadas, también deben ignorar que tienen un tronco, raíces y savia en común. Deberíamos indignarnos menos y adquirir más dignidad. La indignación es el odio hacia los malos; la dignidad, una virtud de los buenos. Con los partidos ocurre como con las manzanas. Que se pudran en el mismo cesto que las viejas es sólo cuestión de tiempo. El espíritu de la libertad y de la democracia no se improvisan. La cultura, como forma de vivir y pensar de un pueblo, es su fundamento. En fin, es inútil echarnos las culpas unos a otros. Si los españoles quieren libertad y justicia no tienen más que alargar la mano y tomarlas.

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