24 diciembre 2012

Carta al profesor Pozuelo Yvancos



Prof. don José María Pozuelo Yvancos
Fac. Filosofía y Letras.- Universidad de Murcia

Profesor Pozuelo: tengo pocas o ningunas esperanzas de que me conteste a esta carta. Se la dirijo, sin embargo, por si es usted de los que piensan como pensaba Dámaso Alonso, quien una vez, en presencia de Dionisio Gamallo Fierros (ya sabe, el especialista en Bécquer y Rosalía de Castro que restituyó el texto completo de El caudillo de las manos rojas), me dijo que todo crítico tiene la obligación moral de dar explicaciones a quien se las pida, especialmente en casos de palos muy fuertes o alabanzas desorbitadas.
Yo me vengo ocupando, desde mediados de la década de los 60, del género novela, desde los puntos de vista histórico, sociológico, crítico y teórico. Unos diez libros y decenas de artículos he publicado sobre el tema. Los últimos libros, La novela española del siglo XX (Endymión, Madrid, 2003) y Teoría de la novela (Barcelona, Anthropos, 2005). Ninguno de los dos, por cierto, ha merecido una sola línea en nuestros sesudos suplementos culturales o páginas literarias, dicho sea para dibujar el ambiente en que se sitúa el contenido de esta carta, ya que usted es asiduo colaborador de uno de esos suplementos.

Un grupo de escritores y filólogos asesoramos a las muchachas que hacen La Fiera Literaria. De ese grupo forma parte Juan Ignacio Ferreras, un cuarto de siglo profesor de literatura española en la Sorbona, y que , a sus más de diez libros sobre el género novela, ha añadido recientemente una Historia de la novela española desde los orígenes a la actualidad, en nueve tomos, tres de ellos catálogos, que tampoco ha merecido una sola línea en ninguna parte, lo cual constituye otra prueba de lo irregularmente que se producen las cosas en nuestro mundo literario. Están también Máximo Brioso, catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Sevilla. Héctor Brioso, hijo del anterior, profesor de Filología Española en Alcalá de Henares, y Felicísimo Valbuena, catedrático de Literatura Española en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense.

Ninguno de nosotros duda lo más mínimo de la preparación de usted, ni de la de los profesores Francisco Rico, Santos Sanz Villanueva, Gonzalo Navajas, Ángel Basanta, Darío Villanueva, Jordi Gracia, etc
Y aquí está el problema que quiero plantearle. Ustedes han escrito cosas más que encomiásticas sobre Javier Marías, con francas expresiones de devoción, de admiración, de adoración. Han vertido sobre él elogios tan subidos como no han dedicado nunca, ni ha dedicado nadie, a Cervantes, Goethe, Shakespeare, Dostoievsky etc. Sobre Javier Marías, digo, que para nosotros es –y lo hemos demostrado— un completo negado para la literatura, ya que empieza por no saber lo más elemental: escribir. Confunde el significado de muchísimas palabras o lo ignora, su "prosa" es un amasijo de anacolutos, repeticiones, faltas de concordancia, trabaleguas... Por ende, emplea esa mala prosa para decir, cuando medio se hace entender, obviedades, chorradas, memeces, nimiedades y tonterías. También hemos demostrado que jamás ha escrito una novela, que está incapacitado para levantar un mundo de ficción y que nada sabe de tiempo, espacio, composición, elusiones, alusiones, extrañamiento, fluir de la conciencia, monólogo interior... Sólo ha escrito desangelados relatos plenos de digresiones estúpidas y pedantes, disparadas desde su propio ombligo. Si escribe siempre en primera persona, hemos hecho ver que es porque está incapacitado, repito, para objetivar una realidad ficticia, que es en lo que consiste una novela. Jamás ha dibujado un personaje. Jamás ha creado un ambiente. Hasta como relatos consideramos pésimos sus libros, que en muchas de sus páginas son sencillamente ridículos. Para nosotros es el peor escritor de todos los tiempos y lugares. Nadie, como él, ha escrito peor en una lengua. Casi nunca es capaz de expresar lo que quiere expresar y a veces hasta expresa lo contrario. Nos sobran ejemplos, recopilados por las muchachas de La Fiera, todas ellas doctoras en Filología Española y Clásica.

¿Entonces? ¿Cómo es posible que entre dos grupos de especialistas se de una diferencia tan enorme en la valoración de unas obras? Este es el tema principal de esta carta, y por eso hago hincapié en él: ustedes y algunos otros críticos y profesores, entre éstos, lo que colaboraron en el libro de Rodopi, han derramado sobre Marías elogios que no han hecho ni se han hecho sobre ningún gran escritor de la historia, y piden para él el Premio Nobel. Y son ustedes especialistas. Y nosotros, que también somos especialistas, no es que les digamos que "no tanto". Es que negamos toda relación con la Novela y con la Literatura en general a quien consideramos un pobre disléxico, incapacitado para la escritura y ensoberbecido por los halagos que mucha gente le prodiga, no sabemos con qué intención. Para ser absolutamente sincero –de nada serviría no serlo--, le diré que, entre los lectores de La Fiera, los hay que piensan seriamente que Marías tiene medio síndrome de Down, lo que le incapacita para la escritura coherente y le induce a confundir palabras. Su divorcio de la Literatura es total. Su discurso de ingreso en la Academia, por ejemplo –resulta escandaloso que alguien que desconoce su lengua haya sido admitido en la Academia— fue un horror de afirmaciones arbitrarias, tonterías, errores, contradicciones que en la web de La Fiera, sección "Cuadernos de Crítica" puede encontrar bajo el título La facilidad para decir chorradas, junto con la contestación con la que el profesor Rico se lució, demostrando de paso que la Academia, junto con el Círculo de Bellas Artes, la Casa de América, la editorial Alfaguara, el suplemento Babelia y el diario El País constituyen los diversos territorios del cortijo privado de unos cuantos.

Nosotros no tenemos la menor duda sobre que llevamos toda la razón. Y hemos amontonado infinidad de pruebas. ¿Entonces? ¿Qué pasa? ¿Usted –ustedes— puede justificar sus afirmaciones, sus desmesurados elogios? ¿Usted tiene explicación para las largas listas que le han mandado desde el Centro de Documentación de la Novela Española, editor de La Fiera Literaria, conteniendo centenares de espantosas construcciones, confusiones, auténticas coces de Marías a nuestra lengua, a su gramática, a la lógica, al pensamiento maduro?

Nosotros no dudamos, digo, de que toda la razón, está de nuestra parte y estamos dispuestos a sentarnos a una mesa con quien quiera, con una "novela" de Marías delante. Y le digo más: nosotros nos daremos por refutados si, a cambio de todos nuestros envíos, usted nos hace llegar un solo párrafo escrito por Javier Marías –cinco o seis líneas-- que sepa a literatura. Un saludo



P S.- Una sola de las siguientes puñaladas de su patrocinado a la lengua bastaría para descalificar a una persona como escritor. En La Fiera cuentan con casi mil. De solamente seis "novelas".
Todas las almas, p 51 [Los platos de la cena] eran tres o cuatro (según la riqueza o tacañería del college). O sea que lo contrario de riqueza es tacañería y lo contrario de pobreza, por tanto, generosidad. ¿Y a santo de qué el paréntesis?
Todas las almas, p 142 El profesor del Diestro llevaba muy avanzado el conocimiento trabado de su desconocida.
Todas las almas, p 144 Tengo la polla dentro de su boca, pensé al tenerla. [...] Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla.
Travesía del horizonte p 154.- [en vez de a los islotes a donde querían ir los millonarios] lo mejor sería llegarse a toda marcha hasta las islas Marianas y hacer creer a los millonarios que éstas se trataban de aquéllas.
Mañana en la batalla piensa en mí p 9 A los vivos y al que se muere le avergüenza a menudo la forma de su muerte posible y sus apariencias, también la causa.
Mañana batalla p 22 Volvió la cara hacia mí más como intención que como hecho.
Creo que se puede asegurar que no ha habido nadie que haya empleado la lengua española con mayor torpeza, con menos gracia, con menos literariedad. Aun las veces en que no incurre en disparates sintácticos o de léxico, la prosa de Marías es desangelada, roma, oficinesca, sin expresividad. Y es vehículo de auténticas sandeces.
MGV

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