31 octubre 2010

Billie





Y la muerte nadie la oía pero hablaba muy cerca del micrófono. Con careta antigás daba un beso a los niños.Lady Day, las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto.Extraña fruta en el aire, el crepúsculo ausenta con una espada, con un guante,con una bola de cristal. La pecera magnética, la cueva del pasado, el submarino bajo las mareas que fulgen. Lady Day, cuánto amor en una juventud ,cuántos errores cuántas tardes hablando, qué deseo, qué eléctricos jazmines, cuántos cow-boys muertos como trovadores, la sonrisa en los labios que se tiñen de sangre. Los gritos en las calles, las manifestaciones disueltas bajo el arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios  irreales. Lady Day, el amor como una libélula.Cazador de libélulas. Lady Day, qué despacio nos viene la experiencia, todo cobra un sentido, se ordena como el paisaje en los ojos cuando recién despiertos corremos las persianas o intentamos ordenar las palabras de un poema. Lady Day, animales heridos en el bosque, nuestros ojos qué piden, qué desean, qué desea esta voz en el viento de otoño, un lebrel o su presa disueltos en la fría oscuridad del tiempo escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra juventud. Con dos vueltas de llave cerraron la cocina. No nos dan mermelada ni pastel de cereza,ni el amor ni la muerte, extraña fruta que deja un sabor ácido.  (ver)

No hay comentarios: